En
México se ha prohibido por más de una década el sembrar maíz transgénico debido a los posibles efectos negativos que éste pudiera tener en el ambiente. Ni siquiera se ha permitido sembrar parcelas experimentales para evaluar científicamente dichos efectos negativos.
Hace unos días, la
SEMARNAT y la
SAGARPA anunciaron la autorización de 15 solicitudes (de más de 30 que se presentaron) para sembrar maíz transgénico con fines experimentales. Las solicitudes aprobadas pertenecen a las empresas
Monsanto,
Dow AgroScience y
Pioneer. Las parcelas se establecerán en los estados de
Sinaloa,
Chihuahua,
Sonora y
Tamaulipas; en ellas se deberán implementar medidas para evitar el entrecruzamiento de la variedad transgénica con las razas criollas de esos lugares.
Hasta ahora, las objeciones en contra de los transgénicos se mueven en el terreno de la especulación. La prohibición de los transgénicos se basa en un principio precautorio que es similar al miedo le provoca a un infante la idea de meterse en un cuarto oscuro. Con estos primeros experimentos se podrá recabar información objetiva sobre los riesgos de sembrar maíz transgénico en
México. Al fin nos movemos del ámbito sentimental al racional.
Sin embargo, un grupo denominado
Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad,
no están de acuerdo con las autorizaciones otorgadas por el Gobierno Federal. Sus argumentos son meras especulaciones, repiten el mismo discurso del miedo que por años nos ha tenido en la ignorancia sobre los transgénicos.
Entre las frases más sobadas de los fanáticos anti-transgénicos están:
1) Van a destruir al maízDe manera temeraria se aventuran a predecir resultados catastróficos, que incluyen la "contaminación" y hasta el fin del maíz. Sus fuentes de inspiración son experimentos realizados hace 15 años, y su mágica bola de cristal.
2) Monsanto es el diablo encarnadoNo se puede negar que tienen un negro historial, pero empresas de ese calibre son las que están invirtiendo muchísimo dinero en investigar al maíz. Que los mexicanos no lo hagamos es ajeno a
Monsanto y similares. Si aquí no se desarrolla una tecnología propia es inevitable volvernos dependientes de empresas extranjeras que sí lo hacen, ya ha pasado con muchísimos productos.
3) Los transgénicos pueden ser tóxicos para las personasSimple especulación paranoica. Mejor demuéstrenlo y dejen de estar esparciendo suposiciones. Los chismes de lavadero hay que dejárselos a
Paty Chapoy.
4) Los transgénicos son una tecnología que no beneficia al campesino mexicanoEn muchos casos es cierto, pero es porque los transgénicos están diseñados para funcionar bajo condiciones muy distintas a las que prevalecen en el campo mexicano. Muchos campesinos tampoco podrían sacar provecho de usar un tractor, por ejemplo (sus terrenos son demasiado pequeños, inaccesibles o con fuertes pendientes), pero eso no significa que los tractores sean una mala idea.
5) No se consultó a la poblaciónEs que no se trata de elegir a la Reina de la Feria, sino de un asunto serio donde para poder opinar se requiere estar informado y libre de ideas preconcebidas.
Lo que es peor, la campaña de satanización del maíz transgénico está produciendo manifestaciones violentas por parte de la sociedad. Organizaciones campesinas de
Chihuahua han amenazado con destruir los campos experimentales pues temen que sus variedades criollas se vayan a contaminar. Se les ha infundido miedo y naturalmente responden con violencia.
Para algunos el maíz es algo puro, sagrado e intocable que casi debería beatificarse, pero con esa actitud no vamos a resolver nunca el problema de la bajísima productividad del campo mexicano y el desabasto alimentario que nos mantiene importando este producto. Menos fanatismo y más investigación.
Un extraño hombre le hace una propuesta a una pareja, si presionan un botón alguien morirá y recibirán un millón de dólares; si no lo hacen, no pasa nada. Éticamente no debería haber problema al decidir, pero si no presionan el botón la película tendría que acabarse ahí.
